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Alquimista

Alquimista

Alquimista o De por qué tardé tanto en ir…

Hace tiempo que había leído sobre Alquimista, un hotel boutique en Carrasco. No sé dónde ni qué leí sobre su restaurant, si sé que fue algo que escribió un cocinero, pero se me anticipaba que era bueno. Por hache o por be, demoré en ir. No volverá a ocurrir.

En la historia de la ciencia, la alquimia (del árabe الخيمياء [al-khīmiyā]) es una antigua práctica protocientífica y una disciplina filosófica que combina elementos de la química, la metalurgia, la física, la medicina, la astrología, la semiótica, el misticismo, el espiritualismo y el arte. La alquimia fue practicada en Mesopotamia, el Antiguo Egipto, Persia, la India y China, en la Antigua Grecia y el Imperio romano, en el Imperio islámico y después en Europa hasta el siglo XVIII, en una compleja red de escuelas y sistemas filosóficos que abarca al menos 2500 años.
En el transcurso de los comienzos de la época moderna, la alquimia dominante evolucionó en la actual química.
La alquimia fue una de las principales precursoras de las ciencias modernas, y muchas de las sustancias, herramientas y procesos de la antigua alquimia han servido como pilares fundamentales de las modernas industrias químicas y metalúrgicas.
Otra forma que adopta la alquimia es la de la búsqueda de la piedra filosofal, con la que se era posible conseguir tanto la vida eterna como la transmutación de cualquier metal en oro.
En el plano espiritual de la alquimia, los alquimistas debían transmutar su propia alma antes de transmutar los metales. Esto quiere decir que debían purificarse, prepararse mediante la oración y el ayuno.

Y bueno… encontré al alquimista. O a «los» alquimistas. Porque todo está convertido en oro y arte.

Alquimista Bistró & Hotel es un proyecto de Mark y Carolina, una pareja británico-uruguaya que convirtieron una casa de 1925 en un tesoro para los sentidos.

La casona, bellísima, restaurada maravillosamente en una perfecta zona de Carrasco. Todo en ella invita a recorrerla: los pisos, los vitraux, las piezas de arte y los magníficos muebles. Tiene 6 habitaciones cuyo precio varía entre los U$S 90.- a U$S 120.- por día. Tres en la Planta Alta y tres en el jardín. Las habitaciones son exquisitas. Realmente me sorprendieron muchísimo (aunque las fotos no les hacen justicia).

El día prometía soleado, con un poco de viento. Pedimos una mesa en el jardín, pero nos sugirieron una mesa en el porche. Gran consejo. El restaurant tiene un salón principal, un privado, el jardín, y el porche que permite estar afuera y adentro al mismo tiempo.

El menú, breve, desorienta un poco. La magia ocurre cuando los platos llegan a la mesa… Pedimos para compartir la Tabla Primavera que vino con nachos caseros, guacamole, falafel, dip de labneh, empanaditas y emulsión de remolacha. En un abrir y cerrar de ojos había desaparecido. El que no corre vuela, parece.

De principales pedimos la Pesca del día (anchoa) con vegetales salteados, Flor de Picanha (con papines, maíz, menta y emulsión de perejil), Artigas Pie, un guiño al Sheperd´s Pie pero con vaca cocinada 4 horas en caldo de cerveza Scottish Ale Cabesas (sí, con «S»), con las mejores papas que comí en mi vida más huevo y panceta y un Risotto Negro de Calamar. Creo que no pronunciamos palabra mientras devorábamos los exquisitos platos. Nos convidamos a regañadientes, aunque los platos eran abundantes. Pero, si la alquimia había surtido efecto hasta aquí, entre la casa y los platos, a los postres brilló en todo su esplendor.

La descripción de la carta en sí es escueta, más allá de los originales nombres. Gracias a la genia de la camarera que los supo describir a la perfección, todos cambiamos nuestra primigenia elección.
Pedimos Escombros sin BPS (tributo a la cantidad de impuestos y permisos que tuvieron que pagar/pedir para reciclar la casa que es Patrimonio Histórico), Passiflora tropical y Movimiento Ecológico (manzana, menta, anís y limón). Los 3 (4 en realidad porque pedimos 2 Escombros) fueron magníficos. Exquisitos. Sorprendentes.

Qué felicidad descubrir que estamos teniendo tan buenos pasteleros. Es un déficit en general, pero entre Andrés Sánchez y ahora Luis Márquez, ya me hice el año. Felicidad absoluta.

El Passiflora tenía una dacquaise de coco, dacquaise de azafrán, helado de naranja, helado de maracuyá, garrapiñada de almendras y un gel de miel, cerveza y jengibre. Impresionante.
El Escombros tenía un crumble de cacao y café, helado de mango, brownie de chocolate, gel de whisky, salsa de chocolate con leche, naranja y cardamomo, garrapiñada de avellanas, nibs de cacao y merengue de avellanas. Exquisito.
Pero la gran sorpresa gran fue Movimiento Ecológico. Todo un descubrimiento. Fresco y delicioso. Tenía un cremoso de manzana y cilantro, bizcocho de menta y oliva, helado de limón, palta fresca recién cortada, granita de anís y vodka, gel de menta y pepino, una emulsión de oliva, miel y limón, hojas de menta, hinojo y espolvoreado con bizcocho de menta deshidratado. Aplausos de pie señoras y señores.

Vayan, vayan y vayan. Vale la pena todo.

La cocina es contemporánea uruguaya elaborada con productos locales de estación. También ofrecen desayuno y té. Celebramos inmensamente el despegue que está teniendo la cocina en Uruguay.

Sin duda es un lugar para no perderse y disfrutar. Si van a comer, pidan un recorrido por las habitaciones. No se van a arrepentir.

Alquimista Bistró & Hotel
Av. Bolivia 1323
Mail: reservas@alquimistamontevideo.com
Tel: +598-2606-0890

 

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