Restaurantes Lima, Perú

Astrid&Gastón – Dónde el arte de lo efímero se hace perenne

Astrid&Gastón – Dónde el arte de lo efímero se hace perenne

La casa hacienda Moreyra es una residencia campestre del antiguo fundo de San Isidro, en la colorida y florida ciudad de Lima.

Fue construida en la segunda mitad del Siglo XVII y reconstruida luego del terremoto de 1746.   Es tan grosa que en 1821 hasta se dio el gusto de, con motivo de la Independencia del Perú,  de ofrecer una recepción a nada más ni nada menos que al Libertador Don José de San Martín.  Me pongo de pie mil novecientas veinticinco veces, ni una más ni una menos. 

Pasó por varias manos aristocráticas  en medio y  en 1972 fue declarada monumento histórico. Y,  desde 2014, 20 años después de poner en marcha su primer restaurante,  alberga a el restaurante Astrid & Gastón, el megaproyecto más ambicioso de Gastón Acurio y Astrid Gutsche para el cual invirtieron varios millones de USD y, según he leído, se endeudaron por varios años.  

El lugar  se te impone.  Es imposible  que pase desapercibido a tus sentidos.   Ocupa lugar,  tiene presencia y un estilo que descolla. 

Vamos a obviar que hace años es top ten de los Latin America’s 50 best ya que no creemos del todo en los rankings (aunque acá la hayan acertado con creces).

La carta de Astrid & Gastón está claramente inspirada en sabores del Perú.  No es rebuscada ni te distrae con excentricidades. Sin bobadas, que le dicen. Es colorida, lúdica, ingeniosa, sabrosa y deslumbrante.  Cambia todo el tiempo, como el color de pelo de la hermosa Astrid Gutsche, musa inspiradora y la alquimista de los postres del restaurant.

La casa Moreyra  da la posibilidad de vivir la experiencia de A & G en varios salones, todos preciosos y con su impronta y estilo.  Es que tiene magia. Ni Harry Potter ha tenido tanta magia, creanme.

“Competentes SI, competitivos NO”.    Es que son tan geniales y tan superlativos que se pueden dar el lujo de no competir contra nadie, solo contra ellos mismos…  Y superarse con creces.

Es canchero, moderno, descontracturado…   Estar ahí es definitivamente una caricia al alma.

Volvería una y mil veces.

Su menú es un paseo, una aventura hermosa.    Hay Perú siempre, pero también hay chifa, nikkei, cocina del amazonas y hasta un destello de México en los tacos…     Todo con su impronta y estilo.

Las arepas tienen cochinillo, queso y membrillo.   Los dim sum tienen cuy,   los tacos tienen chicharrón,  los dumplings sancochaos de carne wagyu,  erizos en tostadas, el pulpo cuatro cereales y una crema de papa que la borda, los anticuchos son de lengua,   también hay cebiches, tartar de atún nikkei… Hay sartenes con arroz, lomo, pato, cuy, asado, churrasco, pasta, pescados…

Que probamos??

Probamos las arepas,  los dumplings,  el cebiche de atún rojo y naranja, el pulpo y los anticuchos de lengua.

Todo todo pero todo increíble!!!!!!! Lo más de lo más:  El pulpo.  Lo que menos gustó: Las arepas –ya habíamos comido lo suficiente y eso no ayudó-.

Los tragos que pedimos eran insuperables, todos con su punto justo, dulces, ácidos, frutados y coloridos. La barra la rompe!!

Postre?   Pedimos LUCUMA, café y  chocolate. Perfecto, hermoso presentado y sus sabores espectaculares.   Siendo Astrid una geniaza del cacao, era obvio que en la carta luzcan varios postres donde la estrella es el chocolate.

En definitiva, cada sol invertido en Astrid & Gastón vale la pena.   Si están en Perú no duden en reservar su mesa y entregarse a la experiencia de vivir en Astrid & Gastón la aventura del arte de lo efímero perenne. Así de contradictorio!

Y que no valga la pena, sino la alegría!!!!!!

A&G

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