El brownie es un bizcocho de chocolate que, como tantos de los mejores inventos, parece que fue producto de un accidente culinario, de un error de un cocinero que olvidó poner polvo de hornear al bizcochuelo de chocolate que estaba elaborando. En vez de un bizcocho esponjoso se encontró con uno crujiente por fuera y jugoso, chato y tierno por dentro. Y fue un éxito al que bautizó brownie. Jugoso en su interior y crujiente por fuera…. Al menos así debería quedar aunque nos cansamos de verlos pálidos, sin crujiente y secos como el desierto.
Podemos hacerlos en moldes individuales, aunque es más habitual hacerlo en una bandeja de poca altura y cortarlos en porciones cuadradas.
Esta receta es INCREIBLE, fácil y la clave es: EL HORNO. Si respetamos tiempo y temperatura les aseguro que se volverán adictos.
Hacerlos es tan fácil como derretir la manteca con el chocolate picado (o directamente compren en que vienen ya en pepitas) en microondas de a 30 segundos revolviendo cada vez sin que se queme, o bien a baño de maría con una olla debajo sin que el agua toque nuestro bol con el chocolate.
Paralelamente integramos el huevo con el azúcar y la pizca de esencia de vainilla y por un tercer lado los secos: harina, bicarbonato, sal y cacao todos tamizados siempre para evitar grumos.
La mezcla del choco derretido va a los huevos y luego la harina se incorpora finalmente en tres veces y con movimientos envolventes. SIN BATIR. Es importante no agregar aire pues no queremos un accidente al revés, es decir, querer hacer un brownie y pasarnos de batido y transformarlo en un bizcochuelo.
Luego lo hornean 16 minutos a 180 grados en una placa de aprox 12×18 cm sobre papel metal bien enmantecado para que no se peguen. Para que quede chocolatoso, húmedo e inolvidable. No les digo como se acompañan porque ya lo deben saber de memoria jajajaa!!