Conocí Bruta el fin de semana en que se inauguró. Me pareció un lugar con mucha onda, buen menú y una cocina a la vista sorprendentemente equipada. Ese día me pareció que estaba bien, un poco caro, y con muchísima capacidad de evolución.
Y volví a Bruta. Y no defraudó. Pequeñas variaciones en el menú, pero todo muchísimo más logrado y rico.
Pedimos:
– Croquetas de Bondiola con mermelada de Tomate
– Boniato relleno de gremolata
– Hamburguesa Bruta preparada en dos cocciones (sous vide y a las brasas) con huevo de codorniz, cheddar, tomates deshidratados, pepinillos y salsa de mostaza Gijón
– Chipirones al carbón acompañados de maíz asado, guacamole y espuma de lima
– Lasaña de carne braseada, rellena de res braseada, verduras salteadas, espinaca fresca, salsa de tomate, bechamel, queso muzzarella y parmesano gratinado
Todos los platos muy bien pensados, con una vuelta de tuerca interesante. Algunas porciones son más grandes que otras, pero lo interesante es pedir varias tapas y compartir.
Las croquetas estaban muy cremosas y con una fritura perfecta. La doble cocción en la hamburguesa estaba perfectamente justificada ya que quedaba jugosa, bien cocida y con un perfecto gusto a leña. Los chipirones en su punto y la lasaña una bomba. Fue una barbaridad de comida para dos personas. De postre nos volvimos a inclinar por el Baked Alaska, que es un helado de frambuesa cubierto de merengue dorado que combina perfectamente el dulzor y la acidez.
Tienen una carta de tragos y de vinos interesante. Los precios no han aumentado mucho por lo cual la relación ahora me pareció muy justa.
Es un lugar para ir en grupo, con amigos, en pareja, probar toda la carta y disfrutar mucho.