Yo sé que hay personas a las que no les gusta que hablemos de experiencias, pero he aquí una. Y mi pluma no se desliza tan fácilmente como la de otros porque tiendo a ser más concisa y directa. La magia se la dejo a Dario Gualtieri. Por empezar, el lugar es precioso. Muy bien puesto, mesas grandes, buena iluminación, buenos cuadros, mesas separadas.
Llamamos antes para preguntar por el menú, porque (para el que no sabe) yo no como nada de agua y quería ver si se podían cambiar algunos platos. Por eso van a ver que hay fotos de platos que no figuran en la carta. Hay menú de pasos con maridaje únicamente, y son 7 pasos no seis (en el primero están 1 y el 2) más un amuse bouche. El cubierto cuesta al día de hoy $ 2900.- e incluye todo, maridaje, aguas y café e infusiones. Con o sin maridaje el precio es similar. El descorche lo cobran, así que salvo que quieran comer con un Único o un Petrus les sugiero que sigan los buenos consejos de Darío.
El amuse bouche era una cuchara con un helado de hongos con una tuile de champignones. Impresionante la concentración de sabor en esas dos texturas. Realmente un manjar. Nunca, pero nunca nunca he comido un helado de hongos como ese. Ni habiendo intentado hacerlo con la misma receta. Darío ES único.
Dada mi corta pluma se me complica utilizar demasiados adjetivos diferentes para cada uno de los pasos que disfrutamos.
Sencillamente un in crescendo notable. Una oda a la exquisitez.
Puedo decir algo de la trucha. No me gusta. Como no me gusta ningún pescado ni ningún marisco. Igualmente, cuando voy a lugares como éste, aunque cambio el plato porque ya son muchos años que no me gustan esas cosas, pruebo. Y esta trucha señores era exquisita. No sé si es un halago, pero yo hubiera comido ese plato tranquilamente. Exquisita.
Los platos que me cambiaron todos muy, muy buenos también. El carpaccio de ciervo con Merken una delicadeza. El cordero, ooooh, el cordero. Dos cocciones diferentes. Una mejor que la otra. El problema lo tenemos con el queso Patagonzola… hay que encargarlo , si hay producción, a Mauricio Couly y puede transformarse en una odisea. Increíble queso, increíble. Venía con una espuma de cilantro fresco, logradísima. Para mí demasiada espuma, pero se soluciona fácil dejando un poquito. Y el postre de frutos rojos en diferentes texturas de una delicadeza sin igual.
El servicio absolutamente impecable. Profesional, atentos, amabilísimos.
Y los vinos, un gran descubrimiento. Muy buenos todos. Mención especial para el Malma Universo Malbec 2010. Con el café o té o infusión, una trufas de chocolate y unas galletitas de ganache de chocolate con sal marina que, aunque te pongan 200, son siempre pocas.
El menú cambia todas las semanas, así que es para repetir seguido.
Muy bien regada la comida. No escatiman en nada. Los panes, riquísimos. Relación costo-beneficio: 10+, A*, AAA. A la n.
Señores, aprovechen y sean felices. Porque yo lo fui.
