No podría afirmar que todo tiempo pasado fue mejor, pero tampoco podría decir que no es así algunas veces. Quien no daría lo que fuera por volver a los brazos de su abuela con el delantal lleno de harina y de nuevo oír sus palabras mágicas: A la mesa!!
Si tuviera que elegir un tipo de restaurante para comer durante el resto de mis días, sin dudas elegiría uno como La Bataraza.
Sin enormes pretensiones, sin fuegos de artificio, sin vueltas, de cocina honesta, casera y familiar. Es que no hay nada más lindo que sentirse a gusto, en casa y poder deleitarse con esos sabores que uno guarda en los lugares más recónditos… Quien no muere por una milanga hecha como Dios manda con fideos con manteca –y mucho queso-, quien no dejaría todo por una pasta casera bien lograda sumergida en una bruta boloñesa. Quien no dejaría caer su mandíbula por un flan con dulce de leche o un panqueque de manzana recién hecho…
Redondeando, por más que insista, que recorra y me esfuerce, no es fácil encontrar un restaurante que combine calidad, cantidad y calidez. Las tres C.
La Bataraza está en La Lucila, al norte del Gran Buenos Aires. A pasos nomás del tren Mitre ramal Tigre-Retiro. Mesas en la vereda, árboles y dos pizarras que anuncian los especiales del día esperan a cada comensal.
De estilo familiar, con decoración hogareña, la misma que podría haber tenido tu nona en su casa. Su vajilla es claramente la de la abuela, heterogénea y bella, de esas que fueron criminalmente reemplazadas por platos rectangulares, lajas y frascos…
Hay ladrillos a la vista, mucha madera, platos colgantes en las paredes arriba (como los que tenía la abu en su casa), mesas de madera con manteles blancos, una barra de madera donde generalmente están los dueños. Cuadros y lámparas colgando, luz cálida… Ojo, que como se llena mucho y el espacio entre mesas es pequeño, suele ser un poco ruidoso… pero se tolera.
Cuenta la leyenda que La Bataraza nace porque su dueño decía que quería tener fuera de su casa una mesa lista siempre para recibir a sus amigos. Esto fue hace más de 25 años y La Bataraza se transformó en un icono de zona norte, un elegido por familias, amigos y parejas.
Hoy ya ha pasado de generación, pero conserva su estilo, su impronta y su ambiente cotidiano, y lo más importante: La comida sigue siendo la de la nona.
La carta es muy amplia, con M de MUY. Carnes rojas, cerdo, pescados y pollo, guisos en invierno y platos más frugales en verano. En verano el pescado es la estrella de la carta: abadejo, merluza, salmón, lenguado, todo sabroso y con guarniciones de las que nos gustan!
Las pastas son caseras, y el pan también. Los sorrentinos son espectaculares, los ravioles, los ñoquis y los tallarines caseros.
Es muy difícil nombrar toda la carta, es larga y cambia. Elegimos nombrar algunos, los que no fallan! El matambre de cerdo con papas al horno sale muy bien. El abadejo con salsa inglesa y tres purés también. Y si no te gusta el pescado te lo hacen con lomo grillado, y si te gusta el lomo, el que hacen a la pimienta es un billete de lotería ganador. La milanesa de pollo al champignon es un clásico. Las Pastas caseras con estofado la rompen. Los raviolones de berenjenas con Salsa Bataraza son un must. En invierno ir a comer su Goulash es una visita obligada. También hay ensaladas y en el verano hacen unos muy buenos tacos y ceviche.
Postres? La Creme Bruleé les sale muy bien, el flan con dulce de leche también, el tiramisú, las mousses y… los panqueques, que no siempre hay, pero con suerte y viento a favor los podrás probar.Trabajan a lleno… Ergo, la cosa esa de vamos hoy que es martes, con La Bata, no funcionará!
No hay reservas, es por orden de llegada. Si van tipo 20.30 les auguro una pronta mesa… Si caen tipo 21.30, agua y ajo: habrá que esperar.
Nota de color: el menú del día lo anuncian por las redes enmarcado en preciosas ilustraciones.
Lo gourmet, la técnica al servicio de la gastronomía, el fine dining están muy buenos, pero nada, nada, nada me gusta más que el olor y el sabor de la cocina casera, la de toda la vida…