Ubicado sobre Av Libertador justo antes de Paraná yendo de sur a norte. La Lucila indica el GPS y no se equivoca. Lugar de pizzerías, bistrós, fast food, cocina asiática, árabe y afines. Lardo & Rosemary es un lugar diferente. Cuando me acerqué a la barra y les pregunté como definían su cocina, claramente y sin hesitar me dijeron: Buscamos reinterpretar la cocina callejera, reversionarla, darle nuestro toque. Y saben qué? Lo logran!
Son novedosos, desestructurados, de mesa comunitaria, barra larga contra la pared, minimalismo y una barra al fondo. Son agradables, cálidos y atienden con mucha corrección, lo cual no es poco.
La curiosidad mata y las Eat Girls no le esquivan. Terminamos la cena y salimos disparadas a la barra. El encargado de respondernos las preguntas fue el mismísimo Leo, uno de sus dueños. La primera pregunta que hicimos fue: Por qué el nombre (que by the way es un toque difícil de memorizar)? La respuesta fue clara como el agua. Se inspiraron en Pitt Cue Co. un restó del SoHo en Londres, que lamentablemente hoy día cerró sus puertas permanentemente.
Leo nos comentó también que L&R nace como un lugar innovador y de cocina elaborada, nuevo para la zona norte. La idea es romper el mito, romper el estigma de que para comer cocina gourmet hay que ir a un fine dining con mantelería paqueta, maitre y todas las pompas y circunstancias. Qué hicieron en L&R? Patearon el tablero con vehemencia y enclavaron en medio del rectángulo que compone el salón una bruta mesa comunitaria con hermosos jarrones con flores que hacen de las veces de separadores y san se acabó! Está muy bueno! Hasta para una primera cita relajada y amena!
La cocina está a cargo de Paul Feldstein y Victoria Rabinovich, que trabajaron juntos en Sucre, y hoy se encargan de hacer magia y depositar toda su creatividad en reinventar platos callejeros de todo el mundo para L&R.
En la carta te vas a encontrar con 12 platos. Entre ellos, empanadas de cazón, palta y cítricos, alcaucil con espuma de nabo, pez, taquitos Mexicanos, arepas de Colombia, hamburguesas, chupe de pollo, cebollas fritas, halloumi, baos de la cocina Asiática y el típico huevo frito, entre otras. La carta cambia cada 45 días. Y tienen un solo postre, que aseguran siempre es rico, pero no hay opciones.
En L&R pretenden -lográndolo airosamente- despegarse de la comida callejera típica y es por esto que en todos los platos vas a encontrar un giro inesperado, un twist, algo que marque la diferencia.
No solo descontracturaron la comida en L&R sino también las espirituosas. En cuanto a vinos vas a encontrar opciones distintas de las que encontrás en cualquier otro restaurant. Tienen una carta rotativa y de la mano del sommelier Rodrigo Calderon incorporan vinos de bodegas pequeñas y poco conocidas para que puedas expandir tu paladar y alejarte de todo lo que ya conocés.
Sin dudas, Lardo & Rosemary es un lugar diferente, un lugar con personalidad que no se va a quedar quieto ni va a ser inmune a los desafíos.