Nare Sushi – Fresco como lechuga
Arroz avinagrado + Salmón + Palta + un “cheese cake” de philadelphia (y con suerte philadelphia) nunca me resultó apetitoso, todo lo contrario.
Esta es mi opinión personal claro está, y la razón por la cual me había retirado hace rato de los sushi lugares palermitanos y no tan palermitanos (y ya mucho antes me había retirado de los delivery, es que éso de vender prescado fresco para ser comido una hora después nunca me cerró y menos pagando cuatro cifras por el paquetito).
Ya estaba medio resignada, incluso intenté hacer mi propio sushi con nulo éxito -o menos que nulo-.
Pero mi resignación vio la luz cuando leí sobre Nare.
Curiosidad Mode: ON.
Decidida a pasar por Nare sin más demora ni hesitación, busqué su página de Facebook, anoté el whats app y reservé mis lugares chateando desde mi oficina, súper práctico.
La reserva la tomó Germán –la mano derecha de Fede, dueño y sushiman- y sabiamente su recomendación fue hacer BARRA, por lo que tuvimos que esperar un par de días más para tener los dos lugares libres que necesitábamos.
Lo bueno viene en frasco chico y Nare también.
Nare sushi –según me explicaron- vendría a ser algo así como: “sushi fermentado” y la forma de preparación más antigua y menos habitual.
Nare es pequeño, muy. Tendrá unas 3 o 4 mesas y dos barras: Una con vista a Fede y German haciendo manos a obra y la otra con vista a la calle. Nare está a dos cuadras de la vorágine del Barrio Chino, justo a un par de negocios de LAB –donde me encanta ir a tomar café cuando estoy en zona-. De hecho, pasé mil veces por la puerta desde que inauguró hace poco, pero por las cuestiones del destino y mi negación hacia cierto sushi nunca había entrado.
Reconozco que hay un poco de olor a pescado cuando entrás, y eso es lo único malo que le encontré al lugar… y lo comento porque es notorio y porque me gusta ser lo más objetiva posible.
La carta es pequeña pero suficiente.
Paso a detallarla:
Empieza con los algunos nombres no le suenan…a mi tampoco quédense tranquilos… Será cuestión de googlearlos!
Ofrecen niguiris de langostino, besugo con piel sellada y oboro, calamar con sal marina y limón, pulpito patagónico con salsa tsume, tamago, lenguado, atún rojo, anchoa, lisa, mero con umeboshi y hoja de ajonjolí, trilla, bonito y pez limón. Y no mienten, pues exhiben la fresca mercadería como estandarte en la barra.
Saqué fotos de todo!
Llegamos puntualmente 20.30. Recomiendo fuerte ese horario ya que no hay nadie y la atención será más rápida –aunque confieso que nunca dejó de ser rápida ni efectiva por lo que vimos-.
En barra están Federico y Germán: No pueden ser más zen. Laburan con una sonrisa TODO EL TIEMPO, calmos, serenos y profesionales. Todo impecabilisimo. Estando en barra ves como toman cada porción de arroz del cuenco de bambú y como la trabajan suavemente, como cortan cada pieza de pescado perfecta y como la arman… Maravilloso. Son música!
Ni bien llegás y tomás asiento se acerca Sofía (también está la mujer de Federico que llegó más tarde) con su acento centroamericano, muy amable y muy dispuesta a servir a todos con una sonrisa.
Para beber pedimos cerveza japonesa Asahi (que me encanta) y le dijimos a Federico que elija por nosotros. A veces la canchereo y me sale bien!
Sugirió que hagamos el OMAKASE a elección del sushiman y le dijimos que avance. Nos contó que nos serviría él cada pieza explicando de que se trataba y así fue. Una por una. Nos sirvió:
- Niguiri de Lenguado
- Niguiri de Albacora de vietnam
- Niguiri de Anchoa curada en vinagre
- Niguiri de Calamar
- Niguiri de Salmón blanco con ajonjolí
- Niguiri de Lisa
- Niguiri de Langostino
- Niguiri de Pulpito patagónico
- Maki de vieira y cilantro
- Maki atún rojo y cebollitas
- Maki pickle de bambú
Todo viene con unos cuencos con salsa de soja, pickles de jengibre y wasabi.
Al terminar la comilona Germán nos preguntó cuáles dos nos habían gustado más: Coincidimos en el niguiri de albacora de Vietnam y en el maki de vieira y cilantro. Y nos trajeron cuatro piezas más!!!
Unos genios!
Desde ya no nos íbamos a ir solo con sabor salado, así que nos sugirieron las cerezas. Estaban buenísimas, frescas, dulces y con una crema de matcha y choco blanco sutil, rica y original. BRAVISIMO.
El lugar me encantó, tiene todo lo que esperaba y más. Surtido, fresco, pequeño, zen, armonioso… Nos fuimos felices aunque no comimos perdices.
Les dejamos nuestras mejores fotos (no es muy luminoso el lugar, pero hay esmero).