Sacro O cuando el producto de la Tierra se vuelve sagrado
Fuimos a conocer el recientemente inaugurado Sacro, del multifacético Marcelo Boer, con mucha expectativa ya que es un restaurant vegano, ramo que no solemos experimentar.
Marcelo es vegetariano y creo que su sueño es haber concretado este proyecto. Es dueño entre otros de Tanta, La Mar, Hell’s Pizza, pero éste es su pichón. Nos había dicho que pateaba el tablero de la cocina vegetariana en muchos sentidos, no solamente en la cocina.
Eso sumado a que los domingos a la noche está abierto nos hizo decidir enseguida. Y la verdad es que resultó una sorpresa increíble. Alta cocina vegetariana. Cocina vegana de autor. Le Must Veggie. Todo eso y mucho más.
El Restaurant está puesto increíble, con espacios diferentes: a la entrada unas mesas largas y una barra, luego el salón y un patio precioso. Como para que elijas sentarte según el plan en que estés o el ánimo con que vengas.
Uno tiene un preconcepto de cómo son los restaurantes vegetarianos en general: sencillos, baratos y frugales.
Sacro ofrece un menú generoso, de autor, en un bello lugar y con precios acordes.
Cada objeto de decoración está puesto intencionalmente: mobiliario moderno convive con piezas antiguas y objetos de arte.
El menú se divide entre snacks, suave, fuerte y dulce.
Pedimos casi toda la carta:
– entre los snacks pedimos empanada de carbón activado, hongos, olivas disecadas, harissa; crudité, un pâté de lentejas, labne de almendras y cebolla caramelizada que era impresionante; hummus de remolacha, dukkah, pickles y pan lavash buenísimo; unos nachos con palta, cheddar de calabaza, salsa verde, pico de gallo, crema de lima y cilantro top, top, top; thai wraps con pâté de almendras y coles y salsa de tamarindo (hubo que pedir dos porciones!);
– de los suaves pedimos los quesos estacionados con pickles, crackers y mermelada. Este punto para nosotros fue el único bajo de la noche. Si bien nos dijeron que eran un éxito total, a nosotros no nos hacía acordar a un queso para nada. De sabor estaban correctos, pero era otra cosa. Nos explicaron que los llaman quesos porque tienen el mismo proceso de elaboración de los quesos lácteos. La mermelada y los pickles eran muy ricos.
– de los fuertes, pedimos los ravioles de espinaca y ricota de almendras, crema de arvejas buenísimos y el mezze bowl de hummus (de garbanzos), berenjena asada, tabule de coliflor y los mejores falafels que comí en mi vida.
Acá intervino Marcelo y nos sugirió probar los fideos asiáticos con salsa de zanahoria y jengibre y togarashi que nos dejó mudos. Hay un factor sorpresa que no vamos a develar para que lo tengan ustedes también. Exquisitos. Tienen un picor interesante.
– de los dulces pedimos la tartita de chocolate, caramelo salado y helado de maní, y la palta key lime pie, leche condensada (de coco) y garrapiñada de pistacho. Aplausos para la repostera porque eran geniales.
La carta de vinos es corta pero muy buena. De hecho encontramos un Cara Sur, que habíamos descubierto gracias a Gabriela Lafuente, que no se encuentra en muchos lados (por no decir que casi en ningún lado)
Una gran sorpresa y un gran descubrimiento.
Volveremos (ya) por los platos que no pedimos y para regocijarnos con los que nos encantaron.
Actualización del 5/1/19 noche: volvimos en menos de una semana! Pedimos casi lo mismo que la semana pasada y además probamos los dumplings de kimchi que Marcelo nos había dicho que era imperdonable no comerlos y eran I M P R E S I O N A N T E S ! ! !
También pedimos los baos, la palta tikka y la hamburguesa de hongos. Y la pavlova de merengue que no es merengue es de no creer!