CHARO
CHARO, un lugar a mi medida
Domingo de lluvia y con ganas de comer rico.
Por UNA vez, abandoné mi brunch en Café Gourmand. Y me salió bien!
– “Conocés Charo?”, me dijeron.
– “No. Dónde queda?”
– “En Carrasco.”
– “Ya! Amo Carrasco.”
Y allá fuimos.
La C A S A. D i v i n a.
Sobre la Rambla República de México, una cuadra antes del Sofitel Carrasco, donde cocina maravillas mi amigo personal Maximiliano Matsumoto. (https://eatgirls.com.ar/hotel-sofitel-montevideo-casino-carrasco-spa/)
Viasono cumplió 20 años y que mejor ocasión para que Noelia Copiz (directora de la firma) junto a su hermana Leticia (licenciada en Nutrición y profesional de la gastronomía) inauguraran el 1 de marzo pasado Casa Viasono y Charo Cocina y Café.
CHARO, el nombre de la abuela. Un espacio elegantísimo y de excelente buen gusto, emulando un invernadero típico de las casonas de la zona. Cocina a la vista, mobiliario de moda, lámparas una más linda que la otra. Un jardín precioso para disfrutar en los meses que vendrán. Y si hay sol, aunque haga frío, también, ya que tiene buenos calefactores.
Charo está abierto desde el desayuno. Los domingos y los martes, de 9 a 20. De miércoles a sábado, de 9 a 0.00.
El menú del mediodía es corto, pero variado. Además tiene una opción de brunch.
Nosotros pedimos para compartir las croquetas de cordero con chutney de cebollas moradas. No es un plato para compartir, pero quisimos probarlas. Eso de que en gastronomía todo tenga que ser impar nos lleva a tener que hacer piedra, papel y tijera cada vez 😉
Las croquetas, pequeñas, estaban bien cremosas y sabrosas.
De principal pedimos la ensalada del día, que tenía gravlax, peras asadas, palta y verdes y para mí, devota del arroz, el Risotto de hongos que estaba muy cremoso y en un punto perfecto.
Como no era conductora designada acompañé la comida con una copa de Pinot Noir de Cerro del Toro, que nunca falla.
Los postres fueron el punto menos destacable, que no quiere decir que estaban mal.
Pedimos una dacquoise de coco (cualquier cosa con merengue me puede) y una tarta de peras con crema de almendras que me desorientó un poco al venir tibia.
Hay que aclarar que como eran las 16.30 y el salón estuvo a tope todo el día, la vitrina de pastelería estaba saqueada!
Punto a favor también que la cocina está a la vista. Me encanta mirar cómo trabajan. La extracción perfecta y el personal trabajando armoniosamente sin que el trajín perturbe el salón.
Leticia está atenta a todo y tanto ella como los camareros se acercan a las mesas permanentemente para asegurarse de que el servicio esté a la altura.
La verdad, me encantó. Quiero volver ayer.
Volveré a desayunar y a la noche.
La felicidad que me da la evolución que está teniendo la gastronomía en Uruguay, no tiene nombre. 😊
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