En un rincón secreto de Buenos Aires, de la mano de Diego Camodeca, abrió Íntimo Restó.
Diego es todo lo que está bien en cuanto a emprendedor, cocinero y gastronómico, absolutamente estricto y respetuoso de procesos y calidad de productos.
Lo conocí virtualmente de casualidad, a raíz de un hecho delictivo que ocurrió en uno de sus locales, que se viralizó en redes.
Diego tiene, además, dos locales DC, uno en Nordelta y otro en la zona de Tribunales, donde no sólo ofrece productos y delicatessen de primera, sino que tiene los mejores cortes de carne que se puedan encontrar en el mercado minorista.
Hace poco, producto del trabajo y la pasión, Íntimo nació.
En un subsuelo precioso, con la cocina a la vista, se presenta despojado y elegante a la vez. Las mesas muy bien puestas, con vajilla y cubertería de lujo.
Pocos comensales, mucha atención.
Se puede comer a la carta o pedir el menú de pasos. La carta de vinos es muy interesante, con algunos vinos conocidos y otros de bodegas boutique interesantes para descubrir.
Es indispensable hacer reserva telefónica, ya que los lugares son pocos y el local no está a la vista.
Pedimos de entrada las Croquetas de morcilla con chutney de manzana y el Tostón con panceta cocida en baja temperatura, polpetta tibia, , BBQ de frutos rojos, esponja de menta y cilantro.
Las croquetas de morcilla fueron una gran sorpresa, muy cremosas y deliciosas.
La combinación de todas las preparaciones del tostón convergía perfectamente en un bocado justo y equilibrado.
Los principales fueron el Matambrito de cerdo con reducción de hinojo y miel, salsa romesco y crocante de papa y el Rack de cordero con croute de pistacho, chutney de tamarindo y trigo bourgol.
En este punto hay que destacar que Diego tiene frigorífico propio, por lo cual la calidad y la terneza de la carne están aseguradas. Diego es el encargado exclusivo de preparar todas las carnes en el restaurant. El resto del equipo, Nati y Víctor son los encargados del resto del menú.
Cerrado ese paréntesis, los dos principales fueron perfectos, en su punto justo de cocción, sabores, presentación y originalidad.
Postre pedimos porque había que pedir, a esa altura no podíamos más.
Nos tentó el Cheesecake de dulce de leche de cabra con coulis de frutos rojos, que estaba perfecto, cremoso como corresponde y exquisito.
Acompañamos tremendo bacanal con un vino que nos recomendaron nuestros amigos de Paladar Noir (https://instagram.com/paladar.noir?igshid=YmMyMTA2M2Y=) un IAN Petit Verdot 2015, de Viña Olivia, que estaba increíble.
La atención y la calidez del personal es de destacar. Aunque es lo que uno siempre esperaría recibir, lamentablemente no ocurre habitualmente, ni siquiera en algunos lugares de moda.
Diego está permanentemente atento a las mesas y no se le escapa ningún detalle.
En resumen, una noche encantadora, bien atendidos, platos de primera y un ambiente bien íntimo.
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